lunes, 16 de enero de 2012

PARAÍSO

Nunca me olvidaré como fue estar en su habitación por primera vez, fue tan único.. Había estado en cuartos de chicos anteriormente, pero siempre acompañada, para hacer trabajos del colegio o charlar, jugar a las cartas. Pero ese mediodía, en que fui al suyo, era distinto. Como todo con él: distinto. Mientras viajábamos hasta su casa, estaba tan nerviosa, por que yo todavía no podía hacer el amor, no podía entregar mi virginidad, no por que sintiese que no correspondía que lo haga con él. Si no por que aún no tenía confianza en  mí, quería que esa vez fuese perfecto. Subí las escaleras y miraba las paredes. Grises, vacías... excepto la que iba conta la cama, tenía stickers de Winnie Pooh y en letras de Danonino escrito "Vale", su hermana le había cedido la habitación. Una compuradora, una cajonera... Una ventanita, por la que entraba la luz de un radiante Sol. La cama.
Cuántas veces me imaginé haciendo el amor con él. me he tocado pensando en eso y en su cuerpo de David, y ahora los dos en esa cama, sin hacer más nada debido a la incomodidad. Las infinitas ocasiones en que vería entrar el día en esa ventanita y el anochecer, las tardes de invierno desnudos, refugiados debajo de las sábanas, dándonos calor. O en los días de tormenta, nos amábamos salvajemente escuchando el sonido erótico de la lluvia. Una y otra vez, una y para siempre.
Ese día no quería tocar nada, no quería que nada tenga mi olor ni mis huellas. Por miedo a que las cosas pierdan la esencia de él, o su pertenencia. Quería besarlo y escuchar que me ama. Quería hacer el amor, entre sus cosas, hacerlo sentir deseado, hacerlo hombre. Ése era su lugar, y yo estaba ahí al fin.
Lujuriosos, nos tomamos y besamos desaforadamente, casi sin aliento, siendo aún niños en ese pequeño Paraíso, que se encontraba en la Tierra, en mi planeta, en un cuartito de una casa... Tan simple y tan especial. Mi pedacito de Cielo.   

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